jueves, 18 de agosto de 2016

Nanomagnetismo: un aliado en la lucha contra el cáncer


Grupo de Magnetismo y Materiales Magnéticos (G3M) 
del Instituto de Física de la Universidad Nacional de La Plata.

Grupo de Magnetismo y Materiales Magnéticos (G3M) del Instituto de Física de la Universidad Nacional de La Plata.

La hipertermia magnética, un área de investigación aplicada e interdisciplinaria de la física que aporta avances sobre los potenciales usos de nanopartículas magnéticas en la biomedicina.

En el amplio y complejo campo de estudios que ofrece el nanomagnetismo, área que investiga las propiedades, efectos y comportamientos de objetos a escala nano al ser sometidos a un campo magnético, se enmarca el surgimiento del Grupo de Magnetismo y Materiales Magnéticos (G3M) del Instituto de Física de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) dirigido por el investigador superior del CONICET y profesor titular de la UNLP, Francisco Homero Sánchez.


El Dr. Sánchez demostrando el empleo de ferrogeles en laboratorio.

Desde 2009, el grupo orientó su investigación a las posibles aplicaciones de nanopartículas magnéticas en la biomedicina, entre ellas la hipertermia magnética, la magnetofección, el transporte y liberación magnéticos de fármacos.

El tratamiento terapéutico para enfermedades como el cáncer, el desarrollo de tumores o el envejecimiento celular es un tópico de interés para la ciencia y la sociedad en su conjunto.

Del mismo modo, la nanotecnología ha conseguido dar algunas respuestas a necesidades en el área de salud.

En este marco, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación realizó un workshop en el mes de junio que reunió a investigadores, científicos y representantes de empresas con el fin de presentar casos de vinculación y transferencia para el desarrollo de bienes y servicios nanotecnológicos.

En este sentido, la hipertermia magnética aparece como una terapia novedosa con altos niveles de selectividad y baja agresividad para curar tumores cancerígenos sólidos localizados.

El procedimiento funciona a modo de un “sistema inteligente” en el cual se utilizan nanopartículas de óxido de hierro, las menos tóxicas para las células, que al ser expuestas a un campo magnético alterno absorben su energía para luego liberarla en forma de calor en los tumores.

De este modo se induce la muerte programada de las células cancerígenas.


Francisco Sánchez y Pedro Mendoza Zélis en las instalaciones del Instituto de Física de la Universidad Nacional de La Plata

“La ventaja de trabajar con nanopartículas magnéticas es su comportamiento, podemos manipularlas externamente para que cumplan una tarea, es decir, podemos tener una respuesta a demanda en forma remota”, explica Sánchez, quien lleva adelante el proyecto de investigación junto a Marcela Beatriz Fernández van Raap.

En lo que respecta a los aportes que ha realizado el grupo G3M en la materia, se ha avanzado en la generación de protocolos de síntesis de nanopartículas, la evaluación de niveles de citotoxicidad (toxicidad a nivel celular) en cultivos específicos, la definición de nanopartículas y campos magnéticos óptimos, la identificación de los mecanismos por los cuales éstas disipan el calor y  la evaluación in vitro del efecto de la hipertermia magnética en cultivos de células determinados.

Asimismo, el grupo trabaja con ferrofluidos, un elemento que permite tener a las partículas en una suspensión coloidal estable, es decir, con propiedades estables en el tiempo y con geles magnéticos aptos para transportar y liberar fármacos.


Incorporación de complejos RAd-NPMs en células musculares luego de la sedimentación magnéticamente inducida.

A su vez, éstos deben ser compatibles desde el punto de vista biológico:

“Los problemas con los que nos encontramos implican la transversalidad entre disciplinas, al mismo tiempo hay que satisfacer requisitos biológicos y físicos, y muchas veces lo que optimiza la parte física no necesariamente es aceptable desde el punto de vista biológico o viceversa”, comenta Andrea Pereyra, integrante del grupo que también realiza investigaciones en el equipo del Dr. Rodolfo Goya del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata (INIBIOLP).

Por su parte, en lo que refiere a los próximos avances en materia de hipertermia magnética, se está comenzando a trabajar in vivo, es decir, utilizando un modelo más próximo a lo que sería el desarrollo de tumores humanos, experimentando con ratones de laboratorio en colaboración con la doctora Patricia Setton del Instituto de Química y Fisicoquímica Biológicas – CONICET / UBA (IQUIFIB).

Para tal fin, el grupo cuenta con un aplicador de radiofrecuencia desarrollado por el laboratorio LEICI de la Facultad de Ingeniería Electrónica de la UNLP.


Aplicación de campos magnéticos durante la magnetofección in vivo en ratones.

El G3M está conformado por los investigadores miembros del CONICET Francisco H. Sánchez, Marcela Beatriz Fernández van Raap, Pedro Mendoza Zélis, Gustavo Alberto Pasquevich, Guillermo Arturo Muñoz Medina, Daniel Actis, Paula Soto, Nicolás Mele y mantiene una fructífera colaboración interdisciplinaria con otros grupos del país y del exterior, en cuyo marco se forman los becarios post doctorales Diego Fernando Coral, Andrea Pareyra, Diana Arrieta Gamarra, Juan Manuel Orozco Henao.

El grupo reúne a doctores y doctorandos en física, ciencias biológicas, medicina e ingeniería y a becarios de países como Colombia, Perú y Argentina.

Se trata de un grupo interdisciplinario que centra sus estudios en la producción, manipulación y aplicaciones de nanopartículas, abordándolos desde la física básica, coloides y geles magnéticos, abordando el diseño de  materiales, su física básica y la optimización de sus respuestas ante estímulos magnéticos aplicados externamente.



Mincyt

miércoles, 29 de junio de 2016

Más cerca de fabricar circuitos de nanopartículas


Julian Gargiulo, Ianina L. Violi y Fernando Stefani en el laboratorio de CIBION. 
Fotos: CONICET Fotografía. Verónica Tello.

Científicos del CONICET lograron un importante avance en la manipulación óptica de partículas nanométricas.

En el Centro de Investigaciones en Bionanociencias “Elizabeth Jares Erijman” (CIBION-CONICET) investigadores encontraron la clave para imprimir nanopartículas de 60 nanómetros (un nm es 10 millones de veces más chico que un centímetro) a una distancia menor a 300 nm, e incluso lograron conectarlas, como se puede ver en el ejemplo de un dímero formado por una nanopartícula de oro y otra de plata (ver imagen 1).

Los resultados de este trabajo, cuyo autor principal es Julián Gargiulo, becario doctoral del CONICET en el CIBION, fue publicado en la revista Nano Letters, de la Sociedad de Química de los Estados Unidos.

El uso de nanopartículas está ampliamente extendido y, por ejemplo, se utilizan en biosensores ópticos para medir variables fisicoquímicas que determinan la presencia de patógenos, enzimas, virus u otros microorganismos.

También se han utilizado en los test de embarazo en tiritas: las banditas rojas son de nanopartículas de oro modificadas en su superficie.

“Las nanopartículas coloidales se encuentran suspendidas -como flotando- en un líquido, y con la técnica de impresión óptica que desarrollamos en CIBION se puede ‘agarrar’ una nanopartícula desde el líquido y ubicarla en una determinada posición sobre una superficie”, explica Fernando Stefani, investigador independiente del CONICET y vicedirector del CIBION.

El método funciona por fuerzas ópticas aplicadas sobre las nanopartículas con láseres enfocados.

La luz aplicada genera sobre las nanopartículas una fuerza que las atrae hacia el centro del haz de luz y las empuja contra un sustrato al que se van a pegar.

“El láser las captura y las transfiere al sustrato”, resume Stefani.


Imagen: Mapa de la Argentina de nanopartículas individuales de oro de 60nm. (izquierda) y heterodímero partículas individuales de 60nm. de plata y oro (derecha).

El entendimiento y la posibilidad de dominar la manipulación de las partículas de dimensiones tan pequeñas, explica, es un desafío que será útil para fabricar, por ejemplo, “dispositivos donde nanopartículas de distinta clase se dispongan sobre una superficie para tener una determinada función en conjunto.

Las nanopartículas coloidales nos ofrecen una variedad de propiedades físico-químicas extraordinaria para esto”, enumera.

Superar el límite

El autor principal del trabajo, Gargiullo, se había propuesto investigar qué fenómeno impedía la impresión de nanopartículas a distancias de separación menores a los 300 nm, y eventualmente sentar las bases para conectar nanopartículas mediante fuerzas ópticas.

En ese camino descubrió que al acercar el láser a las nanopartículas ya impresas sobre la superficie, éstas absorben luz, se calientan y generan un gradiente de temperatura que repele a otras nanopartículas.

“Una diferencia de temperatura de algunos grados en una distancia de centímetros o metros -como entre dos personas- no genera ningún fenómeno apreciable.

Pero si esa misma diferencia de temperatura ocurre sobre una distancia de tan solo algunos nanómetros, por ejemplo entre dos nanopartículas, puede impulsarlas al movimiento o generar flujos en el líquido que a su vez movilicen a las nanopartículas”, explica Stefani.

“Lo que descubrió Julián nos permite diseñar estrategias para evitar ese calentamiento y habilita la fabricación de circuitos de nanopartículas.

Es el primer paso hacia la fabricación de circuitos y dispositivos en base a nanopartículas coloidales y define un camino para profundizar el conocimiento sobre los fenómenos físico-químicos que ocurren”, explica y agrega:

“Cuando los conozcamos en detalle, los podremos controlar y estaremos más cerca de aprovechar las descomunales propiedades de las nanopartículas coloidales en nuevos dispositivos”.

Por María Bocconi

Sobre investigación:

Julián Gargiulo. Becario doctoral. CIBION.
Santiago Cerrota. CIBION.
Emiliano Cortes. CIBION.
Ianina L. Violi. Becaria posdoctoral. CIBION.
Fernando D. Stefani. Investigador independiente. CIBION y Departamento de Física, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

CONICET




viernes, 10 de junio de 2016

Un impulso a las energías renovables


De izquierda a derecha: Manuela Kim, Eugenio Otal e Ismael Fabregas.

Científicos del CONICET desarrollaron un fotocatalizador de alta eficiencia.

Apuntan a usarlo para descontaminar agua, desarrollar celdas solares y generar energía limpia y renovable a partir de la luz solar.

Así fue informado hoy por dicho organismo.

Investigadores del Consejo en la Unidad de Investigación y Desarrollo Estratégico para la Defensa.

Investigadores modificaron químicamente materiales semiconductores híbridosconocidos como Metal Organic Framework (MOF) UiO-66-NH2 y lograron modificar sus características para que pueda usar una mayor parte de la energía lumínica del sol en reacciones.

El desarrollo fue realizado en el Consejo en la Unidad de Investigación y Desarrollo Estratégico para la Defensa (UNIDEF) una unidad ejecutora conformada por el Ministerio de Defensa y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) dependiente del Ministerio de Ciencia.

Durante el trabajo lograron ampliar el espectro de absorción de luz, y esto optimizó las características fotocatalíticas – es decir la capacidad de las moléculas de convertir la energía lumínica en química – del compuesto.

“Al ampliar el espectro de absorción de luz del MOF UiO 66 obtuvimos un compuesto cuya actividad fotocatalítica es similar a la del dióxido de titanio, que es el catalizador más eficiente que se conoce”, explica Eugenio Otal, investigador asistente del CONICET en UNIDEF y primer autor del artículo en el que se da cuenta del desarrollo publicado recientemente en ChemComm.

“Tener un fotocatalizador tan eficiente, que además absorba luz visible, puede permitirnos descontaminar el agua, desarrollar celdas solares y hasta romper las moléculas de agua para obtener hidrógeno y con ello generar energía limpia y renovable sólo a partir de la luz del sol, que tiene la gran ventaja de ser gratuita”, afirma Otal.

Lo que diferencia al compuesto obtenido del dióxido de titanio y otras nanopartículas semiconductoras usadas comúnmente para fotocatálisis es que no sólo puede aprovechar y utilizar la radiación ultravioleta (UV), que compone sólo una pequeña parte del espectro electromagnético - alrededor un 4 por ciento- sino que también absorbe parte de la luz visible, que representa cerca de un 43 por ciento.

Los Metal Organic Framework son compuestos sólidos, nanométricos, formados por moléculas metálicas, denominadas clusters, que se unen entre sí a través de moléculas orgánicas – ligandos orgánicos - siguiendo un ordenamiento perfectamente regular en el espacio.

Lo que los distingue de otros polímeros de coordinación metálico-orgánica es que poseen una gran superficie vacía.

Es esta porosidad la que hace de estos compuestos buenos catalizadores y almacenadores de gases.

“La característica que define a los MOF es que son perfectamente regulares, cada parte metálica es idéntica a la otra y lo mismo ocurre con los ligandos orgánicos, por lo que podemos saber su composición química exacta.

Esto nos permite poder trabajar en diferentes modificaciones, tanto de su parte orgánica como de su parte metálica, dependiendo de la propiedad que queramos obtener: que catalice una reacción o que pueda almacenar algún gas, por ejemplo”, explica Manuela Kim, investigadora asistente del Consejo en el UNIDEF.

Para ampliar su espectro de absorción de luz, los investigadores modificaron el MOF-UiO-66-NH2 a través de aplicación, sobre su parte orgánica, de compuestos utilizados comúnmente para teñir telas.

“Esto hizo que el sólido –originalmente blanco- tomará nuevos colores y así optimizara su reacción catalítica frente a la energía lumínica”, cuenta Ismael Fabregas, investigador adjunto de CONICET en el UNIDEF.

Fuente: Prensa CONICET
Mincyt



sábado, 28 de mayo de 2016

Drug delivery: nanoparticulas llevan antibióticos puerta a puerta


El proceso por el cual las nanopartículas quedan configuradas con los antibióticos en su interior.

Investigadores del Consejo desarrollaron un sistema para administrar fármacos más eficientemente en zonas del cuerpo afectadas.

La época en que las personas ingieren sus medicamentos podría quedar relegada en breve por el uso de técnicas más satisfactorias y especificas.

Es común que actualmente se administren fármacos por vía oral, que si bien son efectivos pueden tener muchas veces efectos secundarios.

El equipo de Martín Desimone, investigador independiente del CONICET en el Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (IQUIMEFA, CONICET-UBA) desarrolló nanoparticulas de silica que permiten que productos farmacéuticos, en este caso dos antibióticos muy conocidos como lo son la gentamicina y la rifamicina, puedan ser entregados precisamente a nivel molecular dentro o alrededor de una célula enferma.

En el trabajo publicado en una edición especial dedicada a Emerging Investigators del Journal of Materials Chemistry B el grupo de investigación presentó el transportador que desarrolló, capaz de vehiculizar estos dos antibióticos que actúan sobre poblaciones diferentes.

A esa escala las partículas son extremadamente pequeñas, en el orden de 200-300 nanómetros, y la materia muestra características y aplicaciones diferentes a las ya tradicionales.

Desimone explica que lo que hicieron fue usar estas partículas diminutas de silica y lograron en distintos pasos incorporar los fármacos.

Primero –dice– “comprendiendo que la gentamicina tiene afinidad por superficies que tengan cargas negativas modificamos la partícula de silica para hacerla mas afín y que así tenga mayor interacción con el antibiótico.

Una vez que logramos optimizar su incorporación hicimos un segundo recubrimiento afín con la rifamicina y logramos acoplarlos”.

De esta forma, se logró sintetizar de manera efectiva una única partícula con la capacidad de cargar ambos antibióticos utilizando un núcleo modificado cargado con gentamicina y una cápsula funcionalizada cargada con rifamicina.

Esta estrategia donde la estructura de núcleo-cápsula se forma capa por capa debería ser aplicable a cualquier fármaco incorporado en el núcleo, mientras en la capa exterior podría incorporarse un fármaco de otra naturaleza.

Una vez desarrollado la probaron en animales de laboratorio y podría en el futuro aplicarse en parches para personas quemadas,

“Si una quemadura requiere de un parche para promover la curación y la formación de la piel entonces trabajamos sobre colágeno, que es un material biocompatible y que favorece la regeneración del tejido, pero es mecánicamente muy frágil.

Entonces la idea fue reforzarlo con nanoparticulas de silica que lo hacen mas fácil de manejar, sobre todo en el tratamiento”, establece.

De esta manera el parche dérmico de colágeno favorece el crecimiento de las células de la piel y por otro lado las partículas de silica mejoran sus propiedades mecánicas además de administrar el antibiótico inteligentemente para evitar que la herida tenga una infección.

El trabajo realizado formó parte de la tesis doctoral de la Dra Andrea Mebert, que fue dirigida por la investigadora asistente del Consejo, Dra Gisela Alvarez y el Dr. Martin Desimone.

También contó con el apoyo de colegas del grupo dirigido por el Dr. Thibaud Coradin, de Francia.

Dicha colaboración fue posible gracias al financiamiento de proyectos de cooperación internacional financiados por CONICET y MINCYT de Argentina y Le Centre national de la recherche scientifique (CNRS) y el programa ECOS de Francia.

CONICET