miércoles, 29 de junio de 2016

Más cerca de fabricar circuitos de nanopartículas


Julian Gargiulo, Ianina L. Violi y Fernando Stefani en el laboratorio de CIBION. 
Fotos: CONICET Fotografía. Verónica Tello.

Científicos del CONICET lograron un importante avance en la manipulación óptica de partículas nanométricas.

En el Centro de Investigaciones en Bionanociencias “Elizabeth Jares Erijman” (CIBION-CONICET) investigadores encontraron la clave para imprimir nanopartículas de 60 nanómetros (un nm es 10 millones de veces más chico que un centímetro) a una distancia menor a 300 nm, e incluso lograron conectarlas, como se puede ver en el ejemplo de un dímero formado por una nanopartícula de oro y otra de plata (ver imagen 1).

Los resultados de este trabajo, cuyo autor principal es Julián Gargiulo, becario doctoral del CONICET en el CIBION, fue publicado en la revista Nano Letters, de la Sociedad de Química de los Estados Unidos.

El uso de nanopartículas está ampliamente extendido y, por ejemplo, se utilizan en biosensores ópticos para medir variables fisicoquímicas que determinan la presencia de patógenos, enzimas, virus u otros microorganismos.

También se han utilizado en los test de embarazo en tiritas: las banditas rojas son de nanopartículas de oro modificadas en su superficie.

“Las nanopartículas coloidales se encuentran suspendidas -como flotando- en un líquido, y con la técnica de impresión óptica que desarrollamos en CIBION se puede ‘agarrar’ una nanopartícula desde el líquido y ubicarla en una determinada posición sobre una superficie”, explica Fernando Stefani, investigador independiente del CONICET y vicedirector del CIBION.

El método funciona por fuerzas ópticas aplicadas sobre las nanopartículas con láseres enfocados.

La luz aplicada genera sobre las nanopartículas una fuerza que las atrae hacia el centro del haz de luz y las empuja contra un sustrato al que se van a pegar.

“El láser las captura y las transfiere al sustrato”, resume Stefani.


Imagen: Mapa de la Argentina de nanopartículas individuales de oro de 60nm. (izquierda) y heterodímero partículas individuales de 60nm. de plata y oro (derecha).

El entendimiento y la posibilidad de dominar la manipulación de las partículas de dimensiones tan pequeñas, explica, es un desafío que será útil para fabricar, por ejemplo, “dispositivos donde nanopartículas de distinta clase se dispongan sobre una superficie para tener una determinada función en conjunto.

Las nanopartículas coloidales nos ofrecen una variedad de propiedades físico-químicas extraordinaria para esto”, enumera.

Superar el límite

El autor principal del trabajo, Gargiullo, se había propuesto investigar qué fenómeno impedía la impresión de nanopartículas a distancias de separación menores a los 300 nm, y eventualmente sentar las bases para conectar nanopartículas mediante fuerzas ópticas.

En ese camino descubrió que al acercar el láser a las nanopartículas ya impresas sobre la superficie, éstas absorben luz, se calientan y generan un gradiente de temperatura que repele a otras nanopartículas.

“Una diferencia de temperatura de algunos grados en una distancia de centímetros o metros -como entre dos personas- no genera ningún fenómeno apreciable.

Pero si esa misma diferencia de temperatura ocurre sobre una distancia de tan solo algunos nanómetros, por ejemplo entre dos nanopartículas, puede impulsarlas al movimiento o generar flujos en el líquido que a su vez movilicen a las nanopartículas”, explica Stefani.

“Lo que descubrió Julián nos permite diseñar estrategias para evitar ese calentamiento y habilita la fabricación de circuitos de nanopartículas.

Es el primer paso hacia la fabricación de circuitos y dispositivos en base a nanopartículas coloidales y define un camino para profundizar el conocimiento sobre los fenómenos físico-químicos que ocurren”, explica y agrega:

“Cuando los conozcamos en detalle, los podremos controlar y estaremos más cerca de aprovechar las descomunales propiedades de las nanopartículas coloidales en nuevos dispositivos”.

Por María Bocconi

Sobre investigación:

Julián Gargiulo. Becario doctoral. CIBION.
Santiago Cerrota. CIBION.
Emiliano Cortes. CIBION.
Ianina L. Violi. Becaria posdoctoral. CIBION.
Fernando D. Stefani. Investigador independiente. CIBION y Departamento de Física, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

CONICET




viernes, 10 de junio de 2016

Un impulso a las energías renovables


De izquierda a derecha: Manuela Kim, Eugenio Otal e Ismael Fabregas.

Científicos del CONICET desarrollaron un fotocatalizador de alta eficiencia.

Apuntan a usarlo para descontaminar agua, desarrollar celdas solares y generar energía limpia y renovable a partir de la luz solar.

Así fue informado hoy por dicho organismo.

Investigadores del Consejo en la Unidad de Investigación y Desarrollo Estratégico para la Defensa.

Investigadores modificaron químicamente materiales semiconductores híbridosconocidos como Metal Organic Framework (MOF) UiO-66-NH2 y lograron modificar sus características para que pueda usar una mayor parte de la energía lumínica del sol en reacciones.

El desarrollo fue realizado en el Consejo en la Unidad de Investigación y Desarrollo Estratégico para la Defensa (UNIDEF) una unidad ejecutora conformada por el Ministerio de Defensa y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) dependiente del Ministerio de Ciencia.

Durante el trabajo lograron ampliar el espectro de absorción de luz, y esto optimizó las características fotocatalíticas – es decir la capacidad de las moléculas de convertir la energía lumínica en química – del compuesto.

“Al ampliar el espectro de absorción de luz del MOF UiO 66 obtuvimos un compuesto cuya actividad fotocatalítica es similar a la del dióxido de titanio, que es el catalizador más eficiente que se conoce”, explica Eugenio Otal, investigador asistente del CONICET en UNIDEF y primer autor del artículo en el que se da cuenta del desarrollo publicado recientemente en ChemComm.

“Tener un fotocatalizador tan eficiente, que además absorba luz visible, puede permitirnos descontaminar el agua, desarrollar celdas solares y hasta romper las moléculas de agua para obtener hidrógeno y con ello generar energía limpia y renovable sólo a partir de la luz del sol, que tiene la gran ventaja de ser gratuita”, afirma Otal.

Lo que diferencia al compuesto obtenido del dióxido de titanio y otras nanopartículas semiconductoras usadas comúnmente para fotocatálisis es que no sólo puede aprovechar y utilizar la radiación ultravioleta (UV), que compone sólo una pequeña parte del espectro electromagnético - alrededor un 4 por ciento- sino que también absorbe parte de la luz visible, que representa cerca de un 43 por ciento.

Los Metal Organic Framework son compuestos sólidos, nanométricos, formados por moléculas metálicas, denominadas clusters, que se unen entre sí a través de moléculas orgánicas – ligandos orgánicos - siguiendo un ordenamiento perfectamente regular en el espacio.

Lo que los distingue de otros polímeros de coordinación metálico-orgánica es que poseen una gran superficie vacía.

Es esta porosidad la que hace de estos compuestos buenos catalizadores y almacenadores de gases.

“La característica que define a los MOF es que son perfectamente regulares, cada parte metálica es idéntica a la otra y lo mismo ocurre con los ligandos orgánicos, por lo que podemos saber su composición química exacta.

Esto nos permite poder trabajar en diferentes modificaciones, tanto de su parte orgánica como de su parte metálica, dependiendo de la propiedad que queramos obtener: que catalice una reacción o que pueda almacenar algún gas, por ejemplo”, explica Manuela Kim, investigadora asistente del Consejo en el UNIDEF.

Para ampliar su espectro de absorción de luz, los investigadores modificaron el MOF-UiO-66-NH2 a través de aplicación, sobre su parte orgánica, de compuestos utilizados comúnmente para teñir telas.

“Esto hizo que el sólido –originalmente blanco- tomará nuevos colores y así optimizara su reacción catalítica frente a la energía lumínica”, cuenta Ismael Fabregas, investigador adjunto de CONICET en el UNIDEF.

Fuente: Prensa CONICET
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