viernes, 13 de julio de 2018

Producto antimicrobiano con yerba lograron Científicas del CONICET


Patricia Vázquez y Romina Arreche. 
FOTO Gentileza investigadores

Hicieron los ensayos con el residuo del mate y comprobaron la inhibición del crecimiento de dos bacterias perjudiciales para la salud humana

Economizar procesos sin generar contaminación, a la vez que reducir, eliminar o reutilizar los residuos del ambiente.

Ese es el sentido de la denominada química sustentable o “verde”, orientada a buscar nuevas formas de síntesis de materiales cuidando la ecología y la salud de los seres vivos.

En esa búsqueda traza sus líneas de investigación un grupo de científicos del Centro de Investigación y Desarrollo en Ciencias Aplicadas “Dr. Jorge J. Ronco” (CINDECA, CONICET-UNLP-CICPBA), cuyo último trabajo versa sobre la obtención de una sustancia antimicrobiana a partir de la yerba. La novedad acaba de publicarse en Waste and Biomass Valorization.

Como la idea no era utilizar el alimento, se empleó para esta investigación el residuo del mate, es decir, la yerba usada o “lavada”, como comúnmente se la llama.

Para tener todos los parámetros bajo control, se simuló en el laboratorio una cebada completa de la popular infusión.

Lo primero fue moler el producto para reducir su tamaño.

“Dejamos 10 gramos en un recipiente con 100 mililitros de agua a 70 grados centígrados durante 30 minutos, el tiempo estimado de una ronda”, cuenta Romina Arreche, becaria posdoctoral del CONICET y primera autora del trabajo.

De ese tratamiento se separó un extracto líquido verdoso filtrado rico en las sustancias bioactivas de la yerba –que consiste en  lo que se bebe del mate– y, por otro lado, el residuo sólido equivalente al que se tira a la basura luego de tomar, que fue utilizado para realizar una segunda extracción en las mismas condiciones.

“Luego de este otro procedimiento, se obtuvo una solución de color verde más clara pero que aún así conservaba los compuestos del producto que nos interesaban, como vitaminas, minerales y antioxidantes”, agrega Arreche.

A su vez, esa sustancia fue puesta en contacto con un elemento químico que se llama sal de plata, derivado del metal que lleva en su nombre, y que posee conocidas propiedades antimicrobianas, es decir que inhibe el desarrollo de virus, bacterias y hongos.

Durante 24 horas, Arreche monitoreó lo que iba sucediendo en esa interacción: la formación de nanopartículas de plata.

Al cabo de un día, el proceso se estabilizó y la solución resultante fue almacenada en refrigeración para luego estudiar sus atributos.

Cabe aclarar que las nanopartículas obtenidas midieron entre 10 y 80 nanómetros, unidad de medida que equivale a la mil millonésima parte de un metro, y tenían diferentes formas aunque la mayoría eran esféricas.

Paso siguiente, la solución obtenida fue utilizada como medio de cultivo para dos bacterias que pueden ser muy perjudiciales: Escherichia coli, que normalmente habita el intestino del humano y algunos animales pero que posee algunas cepas nocivas para la salud; y Staphylococcus aureus, en general responsable de causar infecciones en la piel.

Lo que sucedió fue que ninguna de las dos pudo reproducirse normalmente.

Más aún: la inhibición de los microorganismos patógenos se logró con una concentración bajísima de nanopartículas.

“Las propiedades antimicrobianas de la plata se conocen desde hace mucho tiempo, y de hecho hay numerosas investigaciones que prueban la obtención de sus nanopartículas a partir de extractos, pero ninguna lo había hecho con yerba”, relata Patricia Vázquez, investigadora principal del CONICET y referente del grupo de química verde del CINDECA, y continúa:

“La idea fue precisamente acudir a un producto de altísimo consumo y cuyo residuo se tira de a toneladas, es decir que es muy fácil de conseguir sin costo alguno”.



Según el Instituto Nacional de Yerba Mate, en el país se producen unas 250 mil toneladas por año, y el consumo ronda los 6 kilos por habitante en el mismo período.

Para este trabajo, se experimentó con dos marcas comerciales muy conocidas en la región, y en ambos casos los resultados fueron exitosos.

Cabe mencionar que los mismos se llevaron adelante en el Laboratorio Nacional de Nanotecnología del Centro Nacional de Alta Tecnología (LANOTEC, CENAT), en Costa Rica, durante una estadía de Arreche en ese país.

Las científicas aventuran posibles aplicaciones del producto antimicrobiano en telas y pinturas, para lo cual será necesario avanzar en las investigaciones con científicos de otras áreas disciplinares, y lo mismo con un eventual uso en productos relacionados con la salud humana.

“De repente se puede pensar, por ejemplo, en la utilidad que tendría incluir estas nanopartículas en la confección de camisones o sábanas de hospitales, o en revestimientos para las paredes de un jardín de infantes”, concluyen.

Sobre investigación:

Romina A. Arreche. Becaria posdoctoral. CINDECA.

Gabriela Montes de Oca-Vásquez. LANOTEC, Costa Rica.

Jose R. Vega-Baudrit. LANOTEC, Costa Rica.

Patricia G. Vázquez. Investigadora principal. CINDECA.

Por Mercedes Benialgo

CONICET


sábado, 7 de abril de 2018

Nanopartículas para manipular neuronas mediante luz


Los científicos han diseñado partículas capaces de transformar luz infrarroja en radiación visible. Ello permite manipular la actividad neuronal en zonas profundas del cerebro, una limitación, hasta ahora, de la técnica conocida como optogenética. En la imagen, conexiones neuronales en el hipocampo de ratón. La región CA1 (verde) es responsable de la orientación espacial. En cambio, el área CA2 (rojo) desempeña un importante papel en la formación de recuerdos fruto de las relaciones sociales y la zona CA3 (azul) participa en la memoria a corto a plazo. [Flickr/NIH]

El uso de pequeñas moléculas capaces de absorber radiación infrarroja y emitir en el espectro visible permitiría estimular zonas cerebrales profundas, inalcanzables hasta la fecha.

Science

Controlar la actividad de los circuitos neuronales es uno de los mayores retos de la neurociencia.

A fin de alcanzar este objetivo, en los últimos años los científicos han desarrollado distintas técnicas.

Entre ellas destaca la optogenética, que permite manipular las neuronas mediante el uso de luz visible. Sin embargo, presenta ciertas limitaciones, pues este tipo de iluminación solo alcanza zonas cerebrales superficiales.

Ahora, Thomas J. McHugh y su equipo, del Instituto de Ciencias del Cerebro Riken, en colaboración con la Universidad de Tokio, han desarrollado unas peculiares nanopartículas, capaces de absorber luz infrarroja y emitir en el espectro visible, que podrían resolver el problema.

En su trabajo, publicado por la revista Science, los investigadores insertaron proteínas fotosensibles, conocidas como canalrodopsinas, en las membranas neuronales de los ratones.

Cuando la luz de onda corta, azul o verde, incide sobre dichas moléculas, estas actúan como canales iónicos que permiten la entrada de partículas con carga eléctrica.

Ello excita las neuronas y provoca la transmisión de impulsos nerviosos.

No obstante, el tejido cerebral absorbe la radiación azul o verde aplicada a través del cráneo.

Este hecho impide el control de áreas profundas del cerebro.

Así pues, para alcanzar estas regiones, se requiere la implantación de sondas invasivas.

Ante estos resultados, el grupo de McHugh diseñó nanopartículas con la capacidad de absorber luz infrarroja, que atraviesa tanto hueso como tejido, y convertirla en radiación visible.

La inyección de las singulares partículas en zonas cerebrales profundas permitió a los investigadores controlar la función neuronal mediante la estimulación de los canales fotosensibles, sin dañar el tejido.

Así, fue posible activar las neuronas dopaminérgicas del área tegmental ventral, implicada en procesos de adición, recompensa y cognición.

En el hipocampo, en cambio, los científicos fueron capaces de inhibir las células neuronales.

Ello las protegió del daño provocado por el ácido kaínico, un estímulo sobreexcitador.

Finalmente, la optogénetica mediada por nanopartículas permitió alterar la conducta de los roedores, en concreto, su capacidad de formar recuerdos relacionados con el miedo.

La técnica podría ayudar a tratar disfunciones neuronales como las observadas en la enfermedad de Parkinson.

Sin embargo, será necesario caracterizar en profundidad la interacción entre las partículas y el tejido cerebral antes de aplicarla en humanos.

Asegurar la biocompatibilidad y reducir posibles efectos secundarios es prioritario para McHugh y sus colaboradores.

Por esta razón, en un futuro, planean realizar nuevos experimentos con el objetivo de optimizar el proceso y mejorar su precisión.

Marta Pulido Salgado

Referencia: «Near-infrared deep brain stimulation via upconversion nanoparticle–mediated optogenetics», de S. Chen et al. en Science, 359, 679–684, 9 de febrero de 2018.

investigacionyciencia.es


viernes, 2 de febrero de 2018

La Nanotecnología para el Tratamiento de las Aguas



La nanotecnología ha llegado a nuestras vidas para no marcharse, siendo múltiples sus aplicaciones en un amplio rango de actividades que van desde la medicina hasta la aeronáutica.

Pero, ¿por qué la nanotecnología está revolucionando nuestro día a día?

Principalmente porque el control y ensamblado de la materia a la escala del nanómetro (1 nm = 10-9 m) permite obtener materiales, aparatos y sistemas novedosos con propiedades únicas.

Y es que al manipular la materia a una escala tan pequeña, ésta demuestra fenómenos y propiedades totalmente nuevas permitiendo diseñar materiales con propiedades a la carta.

De ahí que durante los últimos años, la nanotecnología se haya convertido en una alternativa prometedora para mejorar el tratamiento de aguas.


Tamaños y comparaciones de escala (Castro & Britto, 2012)

En este sentido, son varios los estudios que demuestran que la nanotecnología, y en concreto, los nanomateriales (materiales con propiedades morfológicas más pequeñas que un micrómetro en al menos una dimensión), pueden ayudar a resolver los inconvenientes con los que se encuentran los sistemas actuales de tratamiento de las aguas: potabilización, desalinización, desinfección, depuración, etc.

Estos estudios se centran, de manera general, en:

Uso de nanomateriales como adsorbentes

Uso de membranas con nanomateriales

Uso de nanopartículas catalíticas para fotocatálisis

Uso de nanomateriales como sensores de la calidad del agua

Gracias a su gran área superficial y la reactividad de la superficie, los nanomateriales permiten retener una mayor tasa de contaminantes que los adsorbentes convencionales.

Por otra parte, la fijación de nanomateriales a membranas poliméricas permite aumentar la permeabilidad de las membranas, mejorar su selectividad, y conseguir superficies más resistentes al ensuciamiento (fouling y scaling), reduciendo con ello el consumo de energía.

Además, los nanomateriales presentan una alta fotoactividad, destacando las nanopartículas catalíticas de dióxido de titanio, que permiten tasas de degradación de contaminantes superiores a las de los productos catalíticos comerciales.

Como sensores, los nanomateriales presentan fascinantes propiedades luminiscentes que permiten su uso como sondas ópticas, presentando una mayor fluorescencia que los sensores tradicionales.

Nanomateriales como las nanopartículas de plata, dióxido de titanio o los nanotubos de carbono, muestran actividades antimicrobianas superiores que los desinfectantes comúnmente utilizados, permitiendo acabar con aquellos microorganismos no deseados presentes en las aguas.

Además, son varios los nanomateriales que muestran altas capacidades de adsorción para retirar del agua metales pesados, aceites, disolventes orgánicos y contaminantes emergentes que en ocasiones escapan de los sistemas actuales de tratamiento.

Por otra parte, los nanomateriales también permiten hacer frente al fouling y scaling de las membranas mediante un aumento de la hidrofilia, la permeabilidad y la rugosidad de la superficie.


Nanotubos de carbono: a) pared simple, b) pared múltiple (Daza, 2012)

Todo ello pone de manifiesto que la nanotecnología se presenta como un campo lleno de posibilidades para este sector, siendo cada vez más las líneas de investigación centradas en analizar el potencial de la nanotecnología para el tratamiento del agua.

Tal es así que actualmente hay multitud de proyectos en Centros de I+D y Empresas que persiguen aprovechar las bondades de la nanotecnología para obtener nuevos o mejorados sistemas de tratamiento de aguas.

Es el caso, por ejemplo, de las membranas LG Chem NanoH2O™ de la empresa LG Water Solutions o los productos ofrecidos por la empresa Open MS basados en la patente NANOMESHTM.

La primera empresa comercializa membranas nanocompuestas de película delgada de ósmosis inversa que proporcionan un incremento en la permeabilidad y el rechazo de sales, reduciendo así el costo de la desalinización.

La segunda, ofrece sistemas de filtración basados en nanotubos de carbono que permiten, sin prácticamente necesidad de energía, eliminar los malos olores y sabores del agua, así como los microorganismos o metales pesados presentes en el agua contaminada.

En este sentido, el Departamento de Agua del Instituto Tecnológico de Canarias - ITC, junto a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria – y en concreto, el CAFMA, avanza en la utilización de nanopartículas con propiedades magnéticas para la adsorción del flúor del agua con una fácil separación mediante campos magnéticos.

Los resultados obtenidos muestran que este nanomaterial presenta capacidades de adsorción muy superiores que las del adsorbente convencional.


Preparación de las 
nanopartículas magnéticas


% de adsorción en función del pH de la muestra


% adsorción de flúor con el tiempo

Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que presentan los nanomateriales, existe la necesidad de mejorar los métodos de fijación de las nanopartículas en las capas de las membranas, o los métodos de separación de las nanopartículas suspendidas con el fin de reducir los costes asociados con la pérdida precoz de material y prevenir los posibles riesgos sobre la salud humana y el medio ambiente.

Pues, dado que la nanotecnología es un campo emergente, existe incertidumbre sobre sus riesgos. Preocupa que la mayor reactividad de los nanomateriales los vuelva más tóxicos.

Por ello, la investigación y evaluación científica de los efectos negativos para la salud o el medio ambiente asociados a la nanotecnología deben ir de la mano de la I+D y del progreso tecnológico.

No obstante, no cabe duda de que el desarrollo de la nanotecnología hará que todos estos retos se conviertan en oportunidades.

Y es que una vez más el dicho “lo bueno viene en frascos pequeños” cobra importancia, destacando el poder de estos materiales invisibles para cambiar el mundo, y en concreto, para mejorar los sistemas de tratamiento del agua, presentándose la nanotecnología como la llave para dar solución a varios de los inconvenientes actuales.

Artículo redactado por:

Baltasar Peñate Suárez
Dr. Ingeniero Industrial, Jefe del Departamento de Agua del ITC. Lidera y participa en grandes proyectos y servicios de I+D+i y de cooperación internacional de desalación, depuración descentralizada y monitorización de la calidad de las aguas.

Jesica Castellano Vera – Investigadora en colaboración

iagua.es


Plantas nanobiónicas, las nuevas lámparas


Plantas nanobiónicas

Es posible que la iluminación de plantas nanobiónicas pueda reemplazar en un futuro no muy lejano a la luz eléctrica

Imagina que al anochecer, en lugar de encender una lámpara cuando oscurece, pudieras leer a la luz de una planta brillante en tu escritorio.

Ingenieros de MIT han dado un primer paso fundamental para hacer realidad esa visión al incorporar nanopartículas especializadas en las hojas de una planta de berro las cuales indujeron a emitir una tenue luz durante casi cuatro horas.

Se trata solo del primer paso pues los investigadores creen que, con una mayor optimización del proceso, dichas plantas algún día serán lo suficientemente brillantes como para iluminar un espacio de trabajo.

"Nuestra intención es conseguir una planta que funcione como una lámpara de escritorio; una lámpara que no haya que enchufar y cuya emisión de luz es impulsada por el metabolismo energético de la propia planta", declara Michael Strano, Profesor de Ingeniería Química en el MIT y director del estudio.

Según apuntan los investigadores, esta tecnología también podría proporcionar una iluminación interior de baja intensidad, o incluso utilizarse para transformar árboles en farolas autónomas.

Plantas nanobiónicas

Las plantas nanobiónicas pertenecen a un nuevo área de investigación tiene como objetivo proporcionar a los seres del reino vegetal nuevas características a partir de agregación de nanopartículas que se integren en su metabolismo.

El objetivo del grupo de investigación del MIT es diseñar plantas que puedan suplir muchas de las funciones que ahora realizan los dispositivos eléctricos.

En este sentido los científicos ya han logrado diseñar especies que pueden detectar explosivos, comunicar información a un teléfono inteligente, así como plantas capaces de monitorear condiciones de sequía.

La iluminación, que representa aproximadamente el 20% del consumo mundial de energía, parecía ser el próximo objetivo lógico.

"Las plantas pueden autorrepararse, obtienen su propia energía y ya están adaptadas a sus entornos", dice Strano.

"Creemos que ha llegado el momento de afrontar la problemática desde nuestra disciplina. Es un problema perfecto para la nanobiónica de plantas".

Reacciones químicas y encimas lumínicas

Para crear sus plantas brillantes, el equipo del MIT recurrió a la luciferasa, la enzima que les da brillo a las luciérnagas.

Esta encima actúa sobre una molécula llamada luciferina haciéndole emitir luz.

Durante el proceso es posible que se produzca la liberación de ciertos subproductos, y es por ello que los científicos también introdujeron en las plantas estudiadas una molécula llamada coenzima A, la cual ayuda al proceso eliminando estos subproductos que puede inhibir la actividad de la luciferasa.

El equipo de MIT empaquetó cada uno de estos tres componentes en un tipo diferente de portador de nanopartículas.

Las nanopartículas, diseñadas a partir de materiales que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos clasifica como "generalmente considerados seguros", tienen la función de que cada componente llegue a la parte correcta de la planta, evitando del mismo modo que estos alcancen concentraciones que podrían ser tóxicas para las plantas.

Los investigadores usaron nanopartículas de sílice y otros polímeros para transportar luciferina y la coenzima A, la cual hicieron llegar a las hojas y estomas de las plantas sumergiéndolas en una disolución acuosa.

Las partículas que liberan luciferina y la coenzima A se diseñaron para acumularse en las capas internas de las hojas, mientras que las partículas más pequeñas portadoras de luciferasa quedan en capas más exteriores.

Es de este modo que la luciferasa es liberada gradualmente por la planta haciéndola brillar al producirse controladamente la reacción química.



A la luz de un berro

Los primeros esfuerzos de los investigadores al comienzo del proyecto produjeron plantas que podrían brillar durante aproximadamente 45 minutos, y desde entonces han mejorado a 3,5 horas.

La luz generada por una plántula de berro de 10 centímetros es actualmente alrededor de una milésima de la cantidad necesaria para leer, pero los investigadores creen que pueden aumentar la luz emitida, así como la duración de la luz, al optimizar aún más la concentración y liberación tasas de los componentes.

La nueva edición vegetal

Hasta ahora los esfuerzos anteriores para crear plantas emisoras de luz siempre habían dependido de la ingeniería genética de modo que el genoma de las plantas era modificado en aras de expresar el gen de la luciferasa.

Este era un proceso muy laborioso y cuyos resultados eran muy exiguos, produciéndose una emisión de luz extremadamente tenue.

Dichos estudios genéticos se realizaron en plantas de tabaco y Arabidopsis thaliana – una especie común en Europa, Asia, y el noroeste de África- usadas comúnmente para estudios de genética vegetal.

Sin embargo, el método desarrollado por el laboratorio de Strano podría emplearse en cualquier tipo de planta.

Hasta ahora han demostrado su funcionamierto, además de en los berros, en ejemplares de rúcula, col rizada y espinaca.

Para las versiones futuras de esta tecnología, los investigadores esperan desarrollar una forma de “pintar” o “pulverizar” las nanopartículas en las hojas de todo tipo de vegetales, lo que podría permitir la transformación de árboles y otras plantas grandes en fuentes de luz.

"Nuestro objetivo es realizar un tratamiento cuando la planta es una plántula o una planta madura, y que dure toda la vida de la planta", afirma Strano.

"Nuestro trabajo contempla muy seriamente convertir a los árboles en las farolas del futuro”.

Planteada esta posibilidad, el problema sea quizá como evitar dicha emisión de luz en caso necesario. Sin embargo los investigadores también han demostrado que pueden “apagar” la luz mediante la adición de nanopartículas portadoras de un inhibidor de la luciferasa.

Esto podría permitirles eventualmente crear plantas que bloqueen su emisión de luz en respuesta a condiciones ambientales como la luz del sol, concluyen los científicos.

HÉCTOR RODRÍGUEZ
nationalgeographic.com.es


Con nanopartículas: así quieren proteger la fachad a de grandes edificios históricos


Una de las más antiguas. La catedral de Colonia (Hohe Domkirche St. Peter) es un templo católico de estilo gótico, comenzó a construirse en 1248 (EFE)

Un grupo de científicos desarrollaron un novedoso método de protección de la piedra aplicable a la conservación de monumentos o edificios históricos.

La técnica se basa en la aplicación de nanopartículas, tras diseñar diferentes soluciones adaptadas a cada tipo de piedra, al clima que soportan y los problemas que les afectan.

El uso de estas partículas, que ya se probaron en catedrales de cinco países europeos y en el edificio de la Opera de Oslo, construido en mármol, pretende reforzar de forma más eficaz su estructura de piedra, ya que pueden penetrar en las grietas más minúsculas y evitar así el deterioro interior de cada bloque.


En pleno centro. La St. Stephens Cathedral en Viena, es una de las que está siendo tratada con este material.

Por ahora, se encuentra en la fase de evaluación de los diferentes productos aplicados en las catedrales de Pisa (Italia), Viena (Austria), Colonia (Alemania), Gante (Bélgica) y Vitoria (España).


En Bélgica. De fondo, La catedral de San Bavón en Gante, otra de las que está siendo tratada con estas nanopartículas.

Además, a largo plazo, evita los efectos de la alteración física (tensión mecánica ejercida por las sales al precipitar en piedras porosas) y de la alteración química asociada a la contaminación atmosférica (disolución de los minerales de la piedra).


Partículas en miniatura. El uso de nanopartículas ya se probó en las catedrales de cinco países europeos y en el edificio de la Opera de Oslo, construido en mármol,

La novedad de esta fórmula reside en un compuesto que, debido al tamaño nanométrico de los granos que lo integran, penetra en profundidad en las estructuras y se solidifica dentro de la piedra. Los expertos comprobaron estas ventajas tanto en el laboratorio como en restauraciones arquitectónicas y arqueológicas.

clarin.com
enviado por Carlos Levon Arslanian

miércoles, 10 de enero de 2018

La planta luminosa que podría reemplazar a la lámpara de tu mesa de noche


La planta logró mantener su brillo por tres horas y media. 
Foto: Seon-Yeong Kwak/MIT

Imagínate que estás caminando por la ciudad cuando el atardecer deja paso a la noche.

Las luces comienzan a encenderse.

Pero, en este caso, no son bombillos eléctricos lo que iluminan las calles: son las hojas de los árboles que se se tornan de un color verde fluorescente como si fueran luciérnagas.

Más o menos así es el escenario que tiene en mente un equipo de ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), que transformó una planta de berro para que pueda brillar en la oscuridad.

Según los investigadores, este experimento abre el camino para utilizar plantas en lugar de otras fuentes de iluminación en el futuro.

"Nuestra visión es crear una planta que pueda funcionar como una lámpara de escritorio, una lámpara que no hace falta enchufar (en ningún lado)", explicó Michael Strano, autor principal del estudio, publicado en la revista Nano Letters.

"En esencia, la planta está alimentada por su propio metabolismo energético", añadió el investigador.

Todo tipo de plantas

Para lograr este efecto, Strano y sus colegas recurrieron a la luciferasa, la misma enzima que hace brillar a las luciérnagas.


La idea es, en un futuro, poder remplazar las farolas eléctricas en las calles por plantas, que no solo se regeneran a sí mismas, sino que también están adaptadas a vivir a la intemperie.
GETTY IMAGES

La luciferasa actúa sobre una molécula llamada luciferina y la fuerza a emitir luz.

En este proceso participa también una molécula denominada coenczima A, que facilita el proceso.

Cada uno de estos componentes es transportado por una nanopartícula, que garantiza que lleguen al sitio adecuado y evitan que se concentren en uno en particular, lo cual podría resultar tóxico para la planta.

Los investigadores lograron que la planta emitiese luz por cerca de tres horas y media.

Y, aunque la luz obtenida fue relativamente tenue, creen que pueden aumentar su intensidad así como el tiempo que se mantiene encendida.

A diferencia de otros experimentos anteriores, que mediante un proceso mucho más complejo lograron hacer brillar a un tipo específico de planta, el método desarrollado por los investigadores del MIT puede aplicarse en cualquier tipo de planta.


Aunque hicieron el experimento con berro de agua, el método funciona con cualquier tipo de planta.
GETTY IMAGES

¿Cómo se apaga la planta cuando ya no quiere que siga emitiendo luz?

Simplemente agregando nanopartículas que transporten una sustancia que inhiba a la luciferasa.

Plantas como aparatos eléctricos

El estudio es parte de una nueva área de investigación que intenta darle a las plantas nuevas características incorporando dentro de ellas distintas clases de nanopartículas.

El objetivo final es crear plantas que puedan desempeñar muchas de las funciones que ahora cumplen dispositivos eléctricos.

Con anterioridad, se desarrollaron plantas que pueden detectar explosivos y comunicar información a un teléfono inteligente.

Redacción
BBC Mundo Ciencia